jueves, abril 27, 2006

Pájaros : Vivencia de uno de mis pájaros silvestres.

Por: Sebastián Cejudo González1.997

Quiero empezar diciendo que desde muy temprana edad me aficione a tener y criar en mi casa un pajarito, me fue gustando tanto ver la evolución de estas criaturas que ello se convirtió en que cada día quería tener más, y cada vez que entraba un nuevo inquilino en mis jaulas era para mi motivo de gozo el contemplar su colorido y oír sus trinos diferentes, costumbres, vicios y capricho de cada uno de ellos; de tal forma me apasioné que hoy es ya parte de mi vida, pues no pasa un solo día sin que yo les de mi cariño y ellos me lo devuelvan con creces.

Voy a narrarles una de mis vivencias con uno de mis pájaros silvestres; bueno, lo de silvestre es un decir, pues de hecho estos pájaros que poseo han nacido y se han reproducido en mi poder, y por tanto en cautividad durante muchas generaciones.

Quiero empezar contándoles la vivencia de un buen jilguero "pisador" que tuve.

En una pajarera que tenía de 4 metros de larga, 2 metros de ancha y 2 metros de alta acostumbraba a tener cinco canarios, un jilguero, un verderón y un pardillo, esto me daba muy bien resultado, pues acostumbraba a sacar muchos mixtos. Un año introduje en dicha pajarera una mixta pardillo, esto fue una mala experiencia, pues el jilguero "pisador" se emparejó con ella de forma que, siendo ya mediados de mayo, iban a realizar su tercera puesta sin haber logrado sacar ningún mixto, pues el jilguero solamente se acoplaba con mucha asiduidad con la mixta de pardillo (dicha mixta nunca me hizo nido ni puso huevos), mi extrañeza fue ver como el jilguero "pisador" se acoplaba solamente con esta pájara, cuando en años anteriores lo hacía con varias canarias, ante esta circunstancia entre en la pajarera retirando la mixta pardillo.

Mi primera idea fue echarla a volar, pero como esto ocasionaría quizás su muerte, decidí ponerla en una jaula separada en habitación aparte, para que ni fuera oída ni vista por dicho jilguero.
Por motivos de mi trabajo estuve ausente tres días de casa, a mi vuelta, como buen aficionado, lo primero que hice fue echarle un vistazo a la pajarera, comprobando con gran disgusto y extrañeza que en un rincón en el suelo estaba mi jilguero con la cabeza debajo del ala, hecho una pequeña bola, me acerque a él, lo llame, golpee la tela metálica para llamarle la atención, sin hacer este ningún caso ni movimiento, ante esto no sabía que hacer sin saber lo que tenía, pase por un mal momento, pues era uno de mis mejores jilgueros, lo único que se me ocurrió fue traerle la mixta, por si reaccionaba, pues pensé que fuera a consecuencia del celo; al introducir la mixta en la pajarera hizo un tecleo y al sonido el jilguero sacó su cabeza de debajo del ala, ella seguía saltando de una percha a otra, sin parar en su trino, ahí se obró el milagro, esto fue su salvación, el jilguero sin fuerzas para levantar el vuelo la seguía andando cansinamente por el suelo de la pajarera, el reconoció al momento a su enamorada, estaba allí y ella le dio fuerzas para vivir, después de observarlos un buen rato me retire pensando y alegrándome de mi decisión, pues de lo contrario este jilguero habría muerto de tristeza.

Al día siguiente me faltó tiempo para acudir a mi pajarera, estaba deseando ver el resultado final que había dado mi decisión, y cual fue mi alegría al ver al jilguero ya recuperado del todo, que se subía a una percha colocada a sesenta centímetros del suelo, y al segundo día ya la seguía de nuevo en su vuelo, por toda la pajarera; me ocasionó gran alegría lo sucedido, comprobando además hasta donde llega el amor, incluso en estas criaturas tan pequeñas, pero tan grandes en sentimientos; además, si mi reacción no llega tan a tiempo, mi jilguero "pisador" habría muerto de amor, y yo no podía haberme enterado nunca.

Ese año no saque ningún mixto de jilguero, no quería separarlos de nuevo, los deje juntos para que ellos gozaran de su encuentro como dos enamorados que eran.
A mediados de septiembre los separé sin tener ninguna reacción, a él lo tuve dos años más sacando gran cantidad de mixtos con varias canarias.

Después de esta gran experiencia, yo personalmente no pienso separar a ningún pájaro de su hembra en periodo de celo, y así lo recomiendo a todo aquel que le guste ver como se produce el ciclo de la madre naturaleza, contempla día a día cómo nacen y se crían estas bellas criaturas con diferentes colores y trinos, y además comprobando hasta dónde llega la fuerza de esa unión, que hasta a mí, que llevo ya varios años con ellos, me ha dejado perplejo esta vivencia.

Correo-e enviado por: Marcela Hortas
Fecha:Jue 27 abr 2006 07:45

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